Hace 25 años un empleado de la estación de servicio de As Pías telefoneaba de madrugada al programa de la Radio Galega y relataba un suceso increíble. Una plataforma (un barco, para entendernos) acababa de seccionar la aorta que unía Ferrol con el resto del universo. La reacción fue rápida y la versión corregida y mejorada de As Pías se reinauguró incluso antes de lo previsto. Luego vendría la AP-9 y todo lo demás. Pero aquella gasolinera murió. Ahora la Autoridad Portuaria presenta un proyecto moderno y funcional. Lo que el vestíbulo de la ciudad se merece.
