a quien no conozca la idiosincrasia de los pequeños concellos les puede extrañar que las playas de las comarcas ferrolanas que lucen Bandera Azul se cuenten con los dedos de las manos. Y aún sobran. Pero cualquier alcalde, del color que sea, lo explica con facilidad en tres minutos. Las exigencias son muy altas y los presupuestos, escasos. Pero el pueblo es sabio y el boca oreja funciona. A ver quien es capaz de negar la belleza de rincones como Chanteiro, Seselle, Covas, Ponzo, Campelo, Meirás, Pantín... Si hasta las denostadas Centroña o Ber piden a gritos chapuzón. Cuesta entender.
