Está claro que los coruñeses, ya sean de nacimiento o de adopción, son una raza aparte. Y los ciclistas, ya... seres de otro mundo. Lo de tener que enfrentarse a los elementos, que en esta ciudad no son pocos, entre cuestas, viento, lluvia y tráfico –lo mismo de coches que de paseantes que le tienen querencia al carril bici– echaría para atrás a cualquiera, pero ellos, lejos de amilanarse, se lanzan a los puestos de BiciCoruña, cual personajes de ‘Verano Azul’ por las calles de Nerja. Que solo les falta ir silbando. Tal gusto le han cogido a esto de la movilidad sostenible sobre dos ruedas que en una semana de servicio nocturno ha habido más de un centenar de usuarios. A alguien podría parecerle que andar en bici a la una de la madrugada es, como poco, peculiar, pero parece que para muchos es la solución a sus problemas. Que tengan ojo, eso sí, que de los controles de alcoholemia no se libran.
