corría el año 1897 y el empresario vasco Zárate ya había extendido sus redes con varias fábricas de gaseosa por la comarca. Cariño primero, Mugardos más tarde, Pontedeume después... Se le ocurrió a este emprendedor experimentar con los sabores. Y dio con el refresco de zarzaparrilla. Las viejas historias del Oeste hablan de las burlas de los malos en el saloon cuando el forastero pedía zarzaparrilla en lugar del preceptivo whisky. Es mucho suponer, pero quizá si Zárate hubiese nacido en Atlanta... Lo cierto es que Ferrol vivió su edad de oro de la gaseosa con casi 50 fábricas.
