La cartilla o libreta de ahorro fue uno de los productos estrella de la banca española hace ahora 30 años, pero con el paso del tiempo y el desarrollo tecnológico ha ido desapareciendo progresivamente en la mayoría de entidades, aunque sigue siendo usada por cuatro de cada diez mayores. Las primeras que se pusieron en funcionamiento fueron una revolución y eran los empleados de las sucursales los que se encargaban de actualizarlas para registrar todos los movimientos de una cuenta asociada a un cliente, con el detalle de fecha, concepto y cantidad de dinero que entraba o salía. Muchos gallegos apenas pueden manejarse en un cajero.
