Lejos del foco mediático, el virus ante el que se rindió todo el planeta actúa casi en la clandestinidad y sin descanso. En la ciudad son más de cuarenta los hospitalizados y muchos los infectados a los que, quizá porque le hemos perdido respeto al bicho, ni se les pasa por la cabeza ponerse una mascarilla. Todo apunta a que la época de contagios va a venir fuerte.
