En Estados Unidos todo es espectáculo. Hasta el deporte parece necesitar un plus de entretenimiento, como si ver, por ejemplo, a alguno de los mejores jugadores de baloncesto del mundo no fuese suficiente para mantener al público en las gradas. Así que los programadores de los shows del intermedio de los partidos tienen que buscar en cada cita una propuesta un poco más llamativa que la anterior. En el cuarto partido de las finales de la NBA entre Miami Heat y Denver Nuggets los encargados de mantener el interés de los presentes eran el luchador de UFC Conor McGregor y la mascota local, Burnie, que, se suponía, iban a hacer un teatrillo en forma de pelea. Pero jugársela con un tipo como McGregor tiene sus riesgos, como que no controle la fuerza que tiene que imprimirle a sus golpes o que no sepa diferenciar cuándo la pantomima se convierte en realidad. El pobre actor que estaba dentro de Bernie acabó en Urgencias. Eso sí, el público, que creía que todo formaba parte del plan, aplaudió satisfecho por la diversión.
