El fútbol es emoción. Levantarse del asiento con cada ocasión de gol, resoplar ante las decisiones arbitrales que no se comparten y contener la respiración cuando el rival se acerca con peligro a la portería. Y así es justo como vivieron los deportivistas el duelo ante el Leganés. Con tensión, ilusión y esperanza. Si el tercer partido de la temporada es así, podemos vaticinar un buen curso.
