El fútbol nacional sigue en las mismas. Los candidatos a presidir la Real Federación Española cuando alcanzan su objetivo se transforman. Al principio apuestan por la transparencia pero cuando ven la cantidad de dinero que maneja el deporte del balompié se transforman. Cobran mejores sueldos que un presidente del Gobierno y convierten el ente federativo en su territorio particular. Ahí está Luis Rubiales, que de presidir el sindicato de los futbolistas pasó al poder absoluto del fútbol patrio en sustitución de Ángel María Villar. Pues bien, Rubiales ya está superando su grado de escándalos a su antecesor, que ya es difícil. Hace y deshace a su antojo, sin ponerse colorado y su pelea con el presidente de la Liga de Fútbol Profesional, Javier Tebas, ya es un clásico. Tal para cual. Lo triste es que tienen a los que manejan los clubes pillados por sus partes nobles y si alguno se mueve más de la cuenta no dudan en ir por él como hienas, igual que Villar hizo en su día con el Deportivo cuando le llevó la contraria con los dineros de la tele. Una tristeza.
