Qué costumbre tan común entre los humanos esa de rasgarse las vestiduras a toro pasado. Hacer declaraciones grandilocuentes, protestas en las calles y campañas en las redes sociales para defender causas a las que no se les había prestado atención hasta el mismo momento en que ya era tarde. Los murales de Lugrís de la calle Olmos llevan años languideciendo a la espera de una mano amiga que se haga cargo de su conservación. Y esa mano podría tener residencia en Vigo. De momento, la galería Montenegro ha hecho la puja más alta por las obras, así que si hay interés real por que el patrimonio coruñés se quede en casa, más de uno debería empezar a mover ficha.
