Ayer domingo por la mañana, nos contaba un amigo –muy cabreado, por cierto— que estaba atrapado en la Plaza de España con el coche sin poder moverse hacia ningún lado; ni siquiera para volver a su ‘establo’, es decir, a su garaje. El plan previsto era ir a buscar a su madre a la residencia en la que vive y llevarla a dar un paseo, como hace todas las mañanas que no trabaja. La idea se frustró, por supuesto, porque con la “humanización” de la urbe -San Andrés cerrada al tráfico, etc.- y las atléticas carreras que dan esa imagen tan fardona de ciudad sana, los humanos que van en coche no tienen derecho a la vida. Así que mi amigo, atrapado en el atasco con sus dos niños pequeños en el asiento de atrás, se tiene que fastidiar. Si quiere ir a ver a su madre tiene que ir andando dos kilómetros y medio con sus niños de dos y cuatro años y después empujar la silla de su madre. Humanizar y organizar eventos de todo tipo está muy bien, pero con sentidiño, que hay necesidades y actividades para todos los gustos.
