Confirman que un pequeño cuerpo celeste, del tamaño de un autobús, ejerce de facto como una segunda y pequeña luna que orbita la Tierra. Los científicos estiman que lleva ahí desde el año 100 antes de Cristo, pero no ha sido detectada hasta ahora por la dificultad de su observación. La tecnología sigue revelándonos datos sobre nuestro entorno, nuestro universo y sobre nosotros mismos. Y lo que nos queda por descubrir. Claro que también proliferan los negacionistas de casi todo: De la esfericidad de la Tierra, de la llegada a la Luna, de las vacunas, incluso de cosas como la efectividad de las gafas o del ciclo del agua. Hacerse preguntas, dudar y cuestionar es sano. Pero, como todo, hasta cierto punto. Una pena que mucha gente siga dirigiendo la mirada hacia sus narices, en lugar de mirar al horizonte.
