A costa de la tragedia del Titán, salen expertos en submarinos de debajo de las piedras. Quienes hasta ayer no sabían ni lo que era una atmósfera juzgan a toro pasado la calidad de una estructura que ni siquiera saben cómo funciona. El desconocimiento alimenta muy bien el odio y, por ello, estos días proliferan los mensajes de “hate”. Por ser ricos. Por gastar el dinero en esto. Por tener más foco informativo que los cientos de emigrantes que mueren en el Mediterráneo. Están muertos, pero generan odio. A algunos también les generan odio los inmigrantes que se mueren. La cuestión es ponerse estupendos. Después no falta el que dice que claro, es que el odio está en el ADN de las redes sociales, cuando, en realidad, está en el nuestro. Como si no hubiera odio en la barra del bar, en la tele o en las tribunas y escaños.
