Pocos tienen dudas de cómo reaccionará el Gobierno a la manifestación de fuerza de los populares en Madrid. Estarán los que opten por el silencio como mejor forma de desprecio y los que reduzcan el evento a acto político que solo representa a un sector de la sociedad con una ideología muy concreta. En ningún caso lo entenderán como un ejemplo del sentir de los españoles y mucho menos se plantearán desviarse un milímetro de su camino –hacia la amnistía, todo apunta– si con eso pueden poner en peligro su objetivo. Y pese a todo, ayer hubo quienes se sintieron ganadores. Los vendedores de banderas de España, concretamente, que no se veían en una así desde el Mundial de Sudáfrica. A 10 euros las grandes, 5 las medianas y 3 las pequeñas. Para todos los bolsillos y de calidad. Nada de esas de dudosa procedencia que ni aciertan con los colores. A alguno se le acabó el género antes incluso de que la plaza de Felipe II se llenase. Oportunidades así no se pueden desperdiciar.
