Los residentes en A Coruña estarán más que hartos de una red ferroviaria que les obliga a perder horas de vida cada vez que quieren salir de la comunidad en tren –es lo que tiene estar en la esquina del mapa–, pero para los jabalíes las vías que llegan a la ciudad son toda una autopista hacia un nuevo mundo lleno de posibilidades. Posibilidades que no se cansan de explorar, a juzgar por las constantes incursiones de las que hay registros. Los cerdos salvajes han encontrado en Meicende su enlace ideal para ir de excursión a la capital de provincia, solo tienen que seguir el camino de hierro para recorrer la urbe y dejar su huella allá por donde van. Para que luego digan que los raíles herculinos están obsoletos, son más útiles que nunca. Lo malo es que a quienes les vienen bien son justamente a los visitantes que la ciudad no quiere tener. Si al menos se les pudiese aplicar peaje al pasar por Alfonso Molina...
