Literalmente quien mantiene que el elector sabrá lo que votó poco después de celebrarse los comicios, pues tiene su razón. Verán, está claro que cuando uno va con su papeleta a la urna quiere que ese partido defienda los valores y el programa que propone. Por ello confía plenamente en él y ejerce su voto creyendo ciegamente en ello. Pero no. Luego resulta que la opción política que has elegido decide, por su cuenta y riesgo, pactar con otro partido para hacerse con el poder, da igual que sea de una opción progresista o conservadora. Esa es la verdad y por la que muchas veces el ciudadano se pregunta por qué no se saca una ley que clarifique este asunto, que los gobiernos sean formados por la lista mayoritariamente más votada (con un margen de votos proporcional) y se vean obligados, les guste o no, a alcanzar acuerdos puntuales a lo largo de la legislatura para lo que fueron elegidos. Los dos grandes partidos se quejaban de esto, pero no son capaces de consensuarlo y plasmarlo legislativamente.
