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Volvemos a perder batallas

Después del ‘Hermana, yo sí te creo’ y del ‘Me too’ creíamos que estábamos ganando batallas. De verdad que sí. A muchos niveles, y todos sobre la base del respeto y los derechos de las mujeres. Y de pronto, en la misma semana, el número de asesinatos machistas que no deja de crecer, los dirigentes políticos de Castilla y León creyéndose con potestad para decirle a una mujer si debe o no abortar, famosos sospechosos de agresiones sexuales y entrevistas de trabajo en las que las candidatas deben quedarse en ropa interior para conseguir un puesto de azafata. Azafata de una aerolínea, aclaramos, que si fuese de una piscina a la que no está permitido el acceso con más ropa que la de baño, aún podría tener un pase. Justito, eso sí. Este es el panorama desolador. Nos hemos ido cincuenta años atrás en el tiempo. Solo faltan las clases de hogar para las niñas en los colegios, que se prohíba la píldora anticonceptiva y que un manual de la buena esposa sea lectura obligatoria para toda la población femenina.