
La aldea de O Couto, en Ponteceso, se ha convertido en un ejemplo de cómo la colaboración entre administraciones, fundaciones, expertos y vecinos puede transformar el rural gallego, impulsando su recuperación ecológica, paisajística y social.
El proyecto ‘O Couto Florido’, que se desarrolla desde el mes de marzo, fue clausurado este miércoles por la conselleira de Medio Ambiente e Cambio Climático, Ángeles Vázquez, quien recorrió los espacios intervenidos y destacó el valor de una iniciativa que busca ser replicada en otras aldeas de Galicia.
La conselleira subrayó que las actuaciones realizadas en el Couto evidencian que “revivir as zonas do rural é posible contando coas experiencias das persoas”. En este sentido, puso en valor la implicación de los vecinos, asociaciones y, especialmente, de los niños, ya que el proyecto fomentó la participación comunitaria desde el inicio. “Cómpre sentir orgullo polo traballo colectivo que se fixo aquí, implicando á veciñanza e ás entidades para mellorar a paisaxe e dinamizar a vida social e cultural da aldea”, afirmó Vázquez durante el acto.
El proyecto contó con la participación del Instituto de Estudos do Territorio, que aportó 18.000 euros, y de las fundaciones Juana de Vega y Eduardo Pondal. Esta colaboración institucional se enmarca en la Estratexia de Infraestrutura Verde y en la Estratexia Galega de Biodiversidade 2030, con las que la Xunta busca garantizar la conservación de la naturaleza, mejorar la conectividad ecológica y poner en valor el patrimonio natural y paisajístico de Galicia.
La metodología aplicada en ‘O Couto Florido’ se articuló en tres fases que combinaron diagnóstico, intervención y mantenimiento comunitario. En la primera, denominada ‘Sementes’, más de 50 personas participaron en la identificación de valores y necesidades del entorno, presentando 89 propuestas vecinales para mejorar el paisaje y dinamizar la vida local. Posteriormente, en la fase ‘Maio Florido’, técnicos paisajistas y expertos en cultivo ecológico coordinaron la plantación de 15 especies autóctonas y la instalación de 35 jardineras de barro de Buño y madera en calles y fachadas, combinando sostenibilidad ambiental con la recuperación cultural y artesanal. La implicación de artistas y empresas locales en las actividades fortaleció, además, el vínculo entre la comunidad y el territorio.
La última fase, denominada ‘Colleita’, culminó ayer con una ruta para conocer los resultados del trabajo desarrollado desde marzo y con la entrega de galardones a los vecinos más implicados. En concreto, se repartieron 10 jardineras iguales a las instaladas en la aldea, en reconocimiento a la colaboración ciudadana en la mejora del espacio público.
La conselleira de Medio Ambiente insistió en que experiencias como esta demuestran que la recuperación del rural no solo es posible, sino que es una necesidad para asegurar el futuro de muchas aldeas gallegas. La conselleira animó a otras localidades a seguir este ejemplo, destacando que el modelo de ‘O Couto Florido’ “pode replicarse noutras aldeas para revitalizar o rural galego con criterios de sostibilidade, biodiversidade e cohesión social”.