No comparto el cambio horario
Atrasar o adelantar el reloj genera en mí desazón, malestar, irritación y cansancio por espacio de unos días. Me inclino por mantener todo el año el horario de verano.
Tengo que reconocer que unos días antes de que se produzca el cambio horario, agujas del reloj para adelante o para atrás, mi cuerpo se resiste a una medida que, según mi propia experiencia, me produce desasosiego, cambio de humor y malestar general. En ningún momento he sentido esos beneficios que dicen los promotores de la idea. Llevamos varios días ya desde que hemos cambiado los relojes manuales, retrocediendo una hora sus agujas, y la sensación que tengo un año más es negativa. Desde siempre he mostrado mi contrariedad y discrepancia al cambio horario que, desde mi punto de vista, no me ha servido para nada. En la actualidad es cierto que me levanto con más luz, pero la tarde enseguida se hace noche. Los promotores dicen que es para recuperar el horario estándar. Y yo me lo tengo que creer. Mi cuerpo se rebela de forma alarmante tanto ahora como dentro de unos meses cuando tengamos que adelantar 60 minutos las manecillas del reloj para alargar la luz vespertina.
Los factores negativos que registro están relacionados con la somnolencia con la que me suelo levantar, y el cambio de los ritmos biológicos que soporto de mala manera. En mí causan efectos como fatiga, irritabilidad, dificultad de concentración y alteraciones del estado de ánimo. Y los que comparten edad conmigo, los que nos consideramos mayores, somos los que más los padecemos, lo mismo que los niños.
¿Qué suelo hacer cuando nos acercamos al cambio horario? Adelanto o retraso el horario del sueño dependiendo de la época del año. Intento acostarme y levantarme a la misma hora con la finalidad de regular lo que yo llamo mi reloj biológico interno afectando al sueño, al estado de ánimo y al rendimiento, y de este modo irme adaptando a los cambios horarios. Mi mecánica corporal se ve bastante alterada sobre todo en el rendimiento.
Ahora, cuando estamos en el transito del otoño al invierno, nos levantamos con más luz, y la realidad es que despertamos con el sol más temprano. Los expertos dicen que uno de los principales beneficios del cambio horario es el ahorro de energía y una medida para optimizar recursos. De todos modos debo de señalar que los cambios horarios tienen un rechazo de buena parte de la población, entre la que yo me encuentro.
Benjamín Franklin, político y científico, fue el que en el año 1784 sugirió el adelanto de los relojes en el verano para aprovechar mucho más la luz natural y reducir el consumo de velas. En la Primera Guerra Mundial numerosos países adoptaron el cambio horario como medida de ahorro de energía en aquellos tiempos bélicos. Esa es la historia que desde hace décadas venimos materializando a nivel europeo y nacional. De aquellos polvos vienen estos lodos…
