El que se ocupa de los menús navideños bien sabe lo que cuesta conseguir el producto deseado. Tanto por la escasez, si no está rápido en la compra, como por el precio. Es ver el turrón en el supermercado –a mediados de octubre ya convive con los dulces de Halloween– y correr al mercado. Al menos, a hacer los encargos de lo que no puede faltar.
