En 2020, el Depor sufrió un injusto descenso a Segunda B en plena pandemia. Cuatro años después, tras haber atravesado el peor periodo de su historia, ha vuelto a la categoría de plata. Pero no es el mismo. Es mucho mejor. Porque ha regresado mucho más fuerte. El estadio suele estar abarrotado por una afición que, por primera vez en 118 años, ha provocado que el club tenga que recurrir a una lista de espera para hacerse socio. Solo hace falta ver cómo estaba ayer Riazor (y el resto de la ciudad), lleno de niños y jóvenes de ambos sexos, para darse cuenta de que el club blanquiazul está más vivo que nunca. Ha vuelto con una masa social renovada y más numerosa, sí, pero también con más identidad coruñesa, más raíz. Y nadie simboliza mejor esta transformación que Lucas Pérez: aquel niño que creció vibrando con el mejor Depor de siempre volvió a casa el último día de diciembre de 2022 para rescatar al peor Depor de la historia. Decidió volver a su casa para hacer realidad su sueño y el de miles de coruñeses de todo el mundo. Pocas veces habrá habido un final más justo: suyo fue el gol que devolvió al Depor a Segunda, el escalón previo a la categoría en que por tradición, palmarés y afición merece estar. A por ella. A por la Primera. Con sentidiño e identidad.