Cuando uno hace turismo tiende a confiar en la suerte y en la laxitud de las normas a la hora de aparcar el coche. Y muchas veces acaba con la desagradable confirmación de que las multas no son exclusivas de su ciudad de origen. Ante la duda, parking. Eso o reservar una parte del presupuesto para las tasas turísticas y para las multas de tráfico.